Por Julio Díaz, Rector de la Facultad de Teología UEBE
1. El puritanismo
La teoría sobre el origen de los bautistas conocida como de la restitución separatista mantiene, como ya se ha mencionado, que los bautistas son una fase más del puritanismo separatista inglés que durante el reinado de Isabel I (1558-1603) se escindió de la Iglesia Anglicana. El puritanismo fue una respuesta ética y religiosa al conformismo institucional que caracterizó a la Iglesia Anglicana durante el período isabelino. De severa moralidad calvinista, en la década de 1560 los puritanos ingleses, que habían mantenido contactos con las iglesias reformadas europeas durante el exilio mariano (1553-1558), comenzaron por proponer reformas litúrgicas testimoniales en la Iglesia de Inglaterra, pero posteriormente, y por influencia del protestantismo continental, pasaron a reivindicaciones más profundas: reforma de las ceremonias y liturgia de la Iglesia Anglicana, en semejanza a las iglesias reformadas europeas; las Sagradas Escrituras como única regla de fe y práctica de la Iglesia; disciplina ética y la implantación del gobierno presbiteriano, en sustitución del modelo episcopal de la Iglesia Anglicana. Su planteamiento teológico era que Dios llama a los elegidos al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo a través de la Palabra escrita y predicada, y que les imparte poder para vivir en santidad por medio del Espíritu Santo, lo que debe tener sus consecuencias en la economía doméstica, la moralidad, en la vida política y en la legislación de Inglaterra.
El puritanismo pretendía que el gobierno de la Iglesia Anglicana no estuviera en manos del poder político, sino bajo autoridad eclesiástica. Sin embargo, no proponía la separación entre la Iglesia y el Estado, sino que mantenía que la Iglesia debía establecer sus propias leyes, siendo deber del Estado apoyarlas y defenderlas. En la década de 1580, los puritanos, liderados por Thomas Cartwright (1535-1603), Dudley Fenner (c. 1558-1587) y Walter Travers (c. 1548-1643), habían influido notablemente en la Iglesia Anglicana, acercándola a las posturas reformadas continentales. En 1623 se publicó «La esencia de la teología», que recoge la postura puritana del gobierno de Dios sobre todos los órdenes de la vida. Sin embargo, los puritanos llegaron a caer en un rígido literalismo bíblico, que desembocó en episodios de fanatismo. Su celo por la renovación de la Iglesia no estuvo acompañado de la moderación en su expresión. Líderes puritanos como Henry Smith (c. 1550-1591), Richard Greenham (c. 1594), Richard Rogers (c. 1550-1618) y William Perkins trataron de reconducir el puritanismo hacia posturas más moderadas. Por otra parte, la disciplina eclesiástica, sujeta a una severidad excesiva, llegó a confundirse con un espíritu farisaico.
2. El congregacionalismo
El puritanismo inglés terminó por dividirse en dos ramas: la conformista, que se mantuvo en el seno de la Iglesia Anglicana, aceptando las tímidas reformas realizadas en esta Iglesia, y la no conformista, que, insatisfecha con los cambios introducidos, continuó con sus reivindicaciones desde el interior de la Iglesia Anglicana a la espera del momento propicio para materializarlas, oportunidad que llegaría con la guerra civil inglesa y la república de Cromwell. Otros puritanos, sin embargo, comenzaron a separarse progresivamente de la Iglesia Anglicana, por lo que fueron perseguidos. El primer grupo separatista organizado surgió en Londres en 1577, bajo la dirección de Richard Fitz, pero desapareció poco después.[1]
Puritanos separatistas como Robert Browne (c. 1553-1633) y Robert Harrison (m. 1585) fundaron una iglesia en Norwich en 1581, enseñando el gobierno congregacional de la iglesia, la supresión de la jerarquía eclesiástica y la Biblia como autoridad suprema, y definiendo la iglesia como una comunidad de creyentes unidos en un compañerismo voluntario, mediante un pacto con Dios y con los creyentes. Sin embargo, mantuvieron el bautismo infantil. Nacía así el congregacionalismo, severamente perseguido por el Tribunal de la Alta Comisión en una Inglaterra donde la Iglesia Anglicana pugnaba por mantener su hegemonía. Browne, educado en Cambridge, mantuvo relaciones con los mejores teólogos de su tiempo. En 1572 había escrito un pequeño tratado, «La Reforma sin detenerse en nada», por el que fue expulsado de la universidad, al enseñar que la jerarquía es una carga superflua para la Iglesia y abogar por un nombramiento de ancianos por cada congregación local. Aunque después de ser encarcelado por sus ideas retornó a la Iglesia Anglicana, es considerado el padre del congregacionalismo.
En 1587 surgió una nueva iglesia congregacionalista clandestina en Londres, que en 1592 eligió como pastor a Francis Johnson (1562-1618), y a John Greenwood (m. 1593) como maestro. Nombró también dos ancianos y dos diáconos. Greenwood escribió una confesión de fe titulada «Una verdadera descripción de la Palabra de Dios» (1592), donde fomenta un congregacionalismo distinto al enseñado por Browne. Para Greenwood, la iglesia debe ser gobernada por un consejo elegido por la iglesia, mientras que Browne defendía un modelo de gobierno asambleario. También enseña que la Biblia es la autoridad final en todas las cuestiones de la iglesia, y define ésta como una comunidad de creyentes unidos en un compañerismo voluntario. Greenwood y dos de sus compañeros fueron ejecutados en 1593, mientras que Johnson permaneció encarcelado hasta 1597, consiguiendo fugarse y huir a Holanda. En Ámsterdam se reunió con una parte de su iglesia, que había huido de la persecución en 1595. Desde 1596, Henry Ainsworth (1571-1623?) era el nuevo maestro de la congregación exiliada, habiendo escrito una confesión de fe titulada «Una verdadera confesión» (1596), en la que describe las motivaciones de los separatistas y sus sufrimientos, y niega la legitimidad de la Iglesia Anglicana. Esta confesión de fe servirá de base a la que los bautistas particulares editarán en 1644.